El 21 de enero marca una celebración significativa en la República Dominicana: el Día de la Virgen de la Altagracia, una fecha que es no laborable. Pero, ¿por qué los dominicanos celebran en esta fecha?
Según relatos históricos y testimonios de párrocos, la designación oficial de la festividad de Nuestra Señora de la Altagracia el 21 de enero se remonta al año 1691, en el contexto de la Batalla de la Sabana Real, que tuvo lugar en la parte este de la isla de Santo Domingo. En esta batalla, el ejército español, liderado por Antonio Miniel, logró la victoria sobre las fuerzas francesas.
De acuerdo a otra versión, los españoles, en busca de auxilio divino para triunfar en la contienda, encomendaron sus súplicas a la Virgen de la Altagracia.
Por lo que, esta conmemoración fusiona la historia bélica con la devoción religiosa, un legado que perdura en la cultura dominicana, destacando el papel crucial de la Virgen de la Altagracia en momentos decisivos de esta nación.
El 21 de enero, organizaron una actividad religiosa en reverencia a la Altagracia, aunque su festividad oficial debería ser el 15 de agosto, fecha en que la imagen de la Altagracia fue llevada a la colonia.
Y es que se dice que esta celebración es la del canónigo Luís Gerónimo de Alcocer, quién escribió acerca de la llegada de la Virgen a la colonia. En su relación de 1650, De Alcocer dice lo siguiente: “La imagen milagrosa de nuestra Señora de Altagracia está en la villa de Higüey. Son innumerables las misericordias que Dios Nuestro Señor ha obrado y cada día obra con los que se encomiendan a su Santa imagen: consta que la trajeron a esta isla dos hidalgos naturales de Pacencia en Extremadura, nombrados Alonso y Antonio de Trejo que fueron de los primeros pobladores de esta isla, personas nobles como consta de una cédula del Rey Don Felipe Primero, año de 1506, en que encomienda al Gobernador de esta isla que los acomode”.
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Cada año, es una tradición del pueblo dominicano para esta fecha visitar la basílica de Higüey, que es donde se encuentra La Virgen de la Altagracia, en la que cientos de devotos católicos acuden a la misa solemne para profesar su fe a quien llaman «La Patrona de Higüey». Otros van a cumplir algunas “promesas” ofrecidas y dar gracias por el favor recibido.
Por lo tanto, cientos de vehículos son fletados para transportar a los devotos, y otros llegan a pie desde lejanas zonas, en su largo viaje hasta Higüey.