Bagdad. – Los iraquíes acudieron este martes a las urnas para elegir un nuevo Parlamento de 329 escaños, en unos comicios considerados cruciales para el futuro del país y observados con atención por Irán y Estados Unidos. Sin embargo, la jornada electoral estuvo marcada por una baja participación y un profundo escepticismo ciudadano.
A pesar de que más de 21 millones de personas estaban habilitadas para votar, las primeras horas del proceso mostraron una afluencia limitada en Bagdad y otras ciudades, según reportes de periodistas internacionales. En 2021, la participación apenas alcanzó el 41 %, el nivel más bajo desde la instauración del sistema democrático tras la invasión estadounidense de 2003.
Irak, un país con 46 millones de habitantes, ha disfrutado de relativa estabilidad en los últimos años, pero continúa enfrentando graves deficiencias en infraestructura, servicios públicos y altos niveles de corrupción. Muchos ciudadanos perciben las elecciones como un proceso dominado por las élites políticas y las potencias regionales.
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“Cada cuatro años ocurre lo mismo. No vemos caras nuevas ni energías jóvenes capaces de lograr un cambio”, lamentó el estudiante universitario Al Hasán Yasin. Otros, como Mohammed Mehdi, un empleado público, afirmaron votar por convicción, aunque sin expectativas de transformación inmediata.
Un total de 7.740 candidatos, casi un tercio mujeres, compiten por los escaños parlamentarios, aunque solo 75 se presentan como independientes, bajo una ley electoral que, según los críticos, favorece a los partidos tradicionales.
El primer ministro Mohamed Shia al Sudani, en el poder desde 2022, busca un segundo mandato respaldado por una coalición de partidos chiítas aliados de Irán. Sudani ha basado su campaña en la estabilidad y la reconstrucción del país, destacando su papel en mantener a Irak relativamente al margen de los conflictos regionales.
Los resultados preliminares se esperan unas 24 horas después del cierre de las urnas, en unos comicios que pondrán a prueba la capacidad del país para avanzar hacia un sistema político más representativo y menos dependiente de las potencias extranjeras.






