El Cairo.- El arresto domiciliario este jueves del vicepresidente primero de Sudán del Sur y líder de la oposición, Riek Machar, es el último estacazo al acuerdo de paz que deja al país al borde de regresar a una guerra civil, de la que han intentado durante años pasar página.
El reparto de poder en el acuerdo de paz de 2018 entre el presidente sursudanés, Salva Kiir, y Machar, se ha ido deshaciendo en las últimas semanas en medio de fuertes tensiones y combates en el norte del país entre las tropas gubernamentales y la milicia denominada Ejército Blanco, originalmente vinculada a la oposición armada.
Pero, ¿qué ha ocurrido hasta llegar a esta situación? ¿Hay alguna posibilidad de que se resuelva y no derive en una guerra civil?
¿Cómo empezó esta escalada?
El pasado 4 de marzo, la ciudad de Nasir, en el estado septentrional de Alto Nilo, se convirtió en escenario de combates entre las tropas gubernamentales y el Ejército Blanco.
Todo empezó cuando el Ejército Blanco atacó una guarnición de las fuerzas gubernamentales en Nasir y secuestró a decenas de soldados, una acción que desencadenó una ola de detenciones en Yuba, la capital de Sudán del Sur, contra altos cargos estrechamente relacionados con Machar.
El 7 de marzo, combatientes del grupo armado abrieron fuego durante una operación de evacuación de la ONU en esa zona, que provocó la muerte de decenas de soldados y de un miembro de la tripulación de Naciones Unidas, que denunció que había recibido garantías tanto del Gobierno sursudanés como de la oposición de que la operación de rescate no conllevaría ningún riesgo.
Pese a las llamadas de Kiir a la calma, esta búsqueda de tranquilidad terminó el 17 de marzo, cuando las fuerzas gubernamentales iniciaron una campaña de bombardeos contra Nasir con la participación "técnica" del Ejército de Uganda, una intervención que Yuba negó en un principio, pero que luego confirmó.
¿Y por qué contra Machar?
Machar ha sido una figura clave en la última guerra civil de Sudán del Sur (2013-2018), el país más joven del mundo -se independizó de Sudán en 2011-, y ha liderado grupos armados como Movimiento de Liberación del Pueblo de Sudán en la Oposición (SPLM-IO), ahora el principal partido de la oposición en la nación africana, así como SPLM-Nasir.
Además, el vicepresidente pertenece al grupo étnico nuer -al que también pertenece el Ejército Blanco-, el segundo más numeroso de Sudán del Sur, mientras que Kiir es miembro de la principal tribu, la dinka.
Tras el fracaso del primer acuerdo de paz en 2016 y la reanudación de los combates, Machar se exilió a República Democrática del Congo y posteriormente se trasladó a Sudáfrica, donde permaneció bajo arresto domiciliario por primera vez entre octubre de 2017 y marzo de 2018.
Ese año, las partes beligerantes firmaron un acuerdo de paz revitalizado en Etiopía que puso efectivamente fin a la guerra y, en 2020, Machar juró como primer vicepresidente del país.
Su regreso a Yuba fue visto como un movimiento para generar confianza entre la población y los dos rivales, aunque los movimientos de Machar se vieron completamente restringidos en la capital sursudanesa e incluso se le prohibió hablar con los medios.
Pero ahora vuelve a estar en el punto de mira por su supuesto control del Ejército Blanco, algo que el SPLM-IO ha negado. Incluso, la milicia ha tildado a Machar de traidor.
El Gobierno de Kiir creyó desde el principio en la vinculación entre los insurgentes y Machar, por lo que comenzó a detener altos cargos del partido opositor, entre ellos Gabriel Duop Lam, jefe militar del SPLA-IO, que también ocupaba el cargo de subjefe de las Fuerzas de Defensa Popular de Sudán del Sur en virtud del acuerdo de paz revitalizado, así como otros altos cargos, como el ministro de Petróleo, Puot Kang Chuol.
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Ahora, Machar está detenido en su casa junto a su esposa, Angelina Teny, que es la ministra del Interior del país.
¿En peligro el acuerdo de paz?
Tanto Kiir como Machar se han acusado mutuamente de obstaculizar el proceso de paz durante todos estos últimos años, cuya aplicación se ha ido retrasando, así como las elecciones con las que debía concluir el periodo de transición, dado que no se han aplicado las reformas clave necesarias para su celebración.
La ONU, que cuenta con una misión en el país -así como diferentes organismos y países- están intentando mediar y solucionar esta escalada para evitar que "recaiga" en la guerra civil, así como el colapso del acuerdo de paz.
El pacto puso fin a la guerra de un lustro en el país, que se saldó con unos 400.000 muertos.