La Fuerza del Pueblo está en medio de un debate sobre su destino político de cara al 2028, entre quienes apuestan a la experiencia del expresidente Leonel Fernández en tiempos difíciles o la proyección emergente del senador Omar Fernández como candidato presidencial.
No es una decisión fácil, pues se trata, en el fondo, de elegir si el partido quiere consolidarse como fuerza de relevo nacional o continuar girando en torno a la figura que le dio origen hace casi seis años.
Ambas opciones tienen fortalezas y debilidades, pero cada una marca un rumbo muy distinto.
Leonel Fernández, tres veces presidente, es sin dudas el arquitecto de ese proyecto político que construyó tras su salida abrupta del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) en el 2019, después de haber dedicado 46 años de su vida a esa organización.
Su palabra aún tiene peso, y su trayectoria conserva respaldo en una franja importante del electorado tradicional. Solo basta mirar los resultados de las elecciones presidenciales del 2024 para entender la fuerza que alcanzó con el 28.85 por ciento del electorado. Ese es un número respetable para mirar hacia el futuro.
Leonel Fernández se encamina a un escenario clave para hacer su última gran jugada política en su retorno al poder. O, en cambio, su retiro -que no da señales de estar en sus planes- podría completar la transición generacional en las tres principales fuerzas del sistema de partidos en República Dominicana.
Pero es innegable que también representa el pasado para muchos votantes jóvenes que no se conectan con gobiernos anteriores, y que buscan respuestas a los desafíos del presente en otros lenguajes, con otros rostros.
Omar Fernández, en cambio, ha construido en tiempo récord una figura política limpia, empática y moderna. Su ascenso no ha sido fruto del capricho mediático ni del simple apellido.
El actual senador del Distrito Nacional ha sabido posicionarse como voz ponderada, conectar con las aspiraciones de diversos sectores y despertar entusiasmo, sobre todo, entre las nuevas generaciones.
Su candidatura, sin embargo, representa un salto de fe, porque no tiene la estructura ni la experiencia de su padre. Pero quizás eso sea precisamente lo que el momento exige.
La Fuerza del Pueblo no está obligada a repetir la historia del PLD, donde los relevos se dieron tarde y mal. Tiene la oportunidad de escribir un capítulo distinto, uno donde la figura del fundador cede paso con sabiduría, sin imposiciones, pero tampoco sin desaparecer.
La transición generacional dentro de la Fuerza del Pueblo puede ser una opción. Puede ser que falte tiempo para ese proceso. Todo dependerá de si Leonel Fernández decide ser el cierre de una era… o su obstáculo.