lunes, octubre 28, 2024

Repatriaciones de haitianos: la crisis interminable

Dajabón. – En el corazón de Dajabón, donde el río Masacre marca una frontera natural, un imponente muro de concreto y metal se alza como símbolo de la división entre la República Dominicana y Haití. Esta estructura, concebida para garantizar la seguridad dominicana,
frenar el contrabando y controlar la migración ilegal, ha fracasado en detener el constante flujo de haitianos que cruzan la frontera en busca de una vida mejor.

A pesar de la verja fronteriza, el cruce de haitianos indocumentados sigue siendo incesante, desafiando no solo la barrera física, sino también la vigilancia militar. En la sombra de este drama fronterizo, mafias de civiles y militares juegan con la ley, facilitando el tráfico de personas.

Ante este panorama, los dominicanos observan con incertidumbre cómo las repatriaciones masivas, ordenadas por el gobierno, apenas parecen un gesto vacío, pues muchos de los deportados regresan casi de inmediato. Las escenas caóticas de repatriación revelan una realidad cruda.

Las mafias han encontrado formas de evadir las medidas migratorias, sembrando desconfianza entre las familias dominicanas que ven con impotencia cómo el problema persiste.

Voces desde la frontera: esperanza tras los muros

La historia de Dajabón sigue escribiéndose al ritmo de la construcción de la verja fronteriza, iniciada el 20 de febrero de 2021. Las voces que claman por una solución humana y justa a la inmigración ilegal resuenan con fuerza.

El alcalde de Dajabón, Santiago Riverón, testigo de innumerables incidentes entre dominicanos y haitianos, lamenta la falta de interés del gobierno en finalizar la obra.

Aunque reconoce que el muro ha brindado cierta tranquilidad a los ganaderos, cuya actividad estaba siendo gravemente afectada por el robo de ganado, Riverón afirma que el entusiasmo por la verja ha decaído entre las autoridades.

“El muro ha traído paz a la comunidad ganadera, aunque no sea la solución definitiva”, señala Riverón, quien insiste en que su conclusión es vital para mantener el control fronterizo.

Sin embargo, la sensación de calma es engañosa. Témpora Altagracia Moreliano, periodista y encargada del Ministerio de Cultura en Dajabón, advierte sobre el creciente problema de la contaminación y el desorden sanitario causados por la masiva presencia de haitianos indocumentados. Para ella, el verdadero enemigo no es solo la migración ilegal, sino la falta de control de las autoridades migratorias.

“Este es un problema que crece cada día. La falta de control sanitario y la contaminación son una bomba de tiempo”, asegura Moreliano, mientras observa cómo la situación amenaza con desbordarse.

Consecuencias del muro

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Sonia Mateo, exsenadora de Dajabón, ofrece una crítica contundente. A su juicio, el muro no solo ha fallado en detener la migración, sino que ha privado a los dominicanos del acceso a recursos vitales, como las fértiles tierras cercanas al río Masacre.

“El muro ha dejado parte de nuestro territorio en manos haitianas, y el despliegue militar solo ha aumentado la tensión”, sostiene Mateo, quien cuestiona la efectividad de la barrera, afirmando que el crimen no ha disminuido, sino que se ha trasladado a otras áreas.

La sombra de la migración

Mientras tanto, el gobierno dominicano intensifica sus esfuerzos por repatriar a miles de haitianos, en lo que algunos califican como una “invasión pacífica”. No obstante, esta estrategia ha sido duramente criticada tanto a nivel local como internacional.

Activistas sociales denuncian las deportaciones como ineficaces y brutales, y la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha condenado las expulsiones masivas, recordando que detrás de cada deportado hay una historia de lucha por la supervivencia.

La realidad en Haití, sumida en la violencia y el caos humanitario, obliga a muchos a regresar a la República Dominicana poco después de ser deportados. La necesidad empuja a estos migrantes a cruzar la frontera una y otra vez, como un río desbordado que ignora
cualquier barrera.

Más allá de las barreras físicas

En medio de esta compleja crisis, la construcción del muro entre la República Dominicana y Haití es un recordatorio de que las soluciones simplistas rara vez abordan la raíz del problema. Más allá de las barreras físicas, el verdadero desafío es construir puentes de cooperación y entendimiento entre ambas naciones.

Mientras el río Masacre sigue fluyendo, la crisis en Haití continúa profundizándose, y las deportaciones, lejos de ser una solución definitiva, se perciben como un simple parche. La frontera es, en última instancia, un reflejo de la lucha por la dignidad y la supervivencia.

En este entramado de vidas, muros y ríos, la frontera se convierte en un espejo de la lucha por la dignidad y la supervivencia. La construcción de un futuro en el que los muros no dividan, sino que unan, parece ser el verdadero desafío que enfrentan ambas naciones.

Así, en medio del eco de la crisis, surge la esperanza de que algún día el susurro del río Masacre vuelva a ser un canto de unidad y paz.

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