¿Cómo llegó Yevgueni Prigozhin a convertirse en un caudillo militar que intentó un levantamiento en Rusia? Su carrera estuvo guiada por una ley tácita de la política rusa: mientras más cerca se esté del presidente, más dinero se gana. Y él aplicó esa estrategia.
En la década de 1990, tras el derrumbe de la Unión Soviética y la llegada del capitalismo a Rusia, Prigozhin inició su aventura empresarial, después de haber pasado nueve años en prisión por robo y fraude.
Ganó su primer capital vendiendo hot dogs y luego abrió un restaurante de lujo en su ciudad, San Petersburgo, que pronto se vio frecuentado por la elite local, incluyendo a Vladimir Putin.
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Posteriormente, su empresa de catering, Concord, logró conseguir lucrativos contratos estatales. No solo abastecía al ejército ruso, sino que también fue la encargada de organizar cenas para los gobernantes en visita oficial a Rusia.
El grupo Wagner
Con la creación del ejército privado conocido como grupo Wagner y una granja de generadores de desinformación, su influencia alcanzó un nuevo nivel. A esas alturas, se había convertido en una figura crucial para los planes políticos de Putin y los objetivos del Estado, que quería evitar verse formalmente envuelto en conflictos y guerras civiles del Medio Oriente y África.
Dado que había intervenido en conflictos como el de Siria, donde respaldó a Bashar al Assad, la experiencia de combate de sus tropas fue requerida cuando Putin lanzó la ofensiva a gran escala contra Ucrania, en febrero de 2022.
Pese a que grupos mercenarios como Wagner son ilegales en Rusia, en el transcurso del conflicto, las autoridades llegaron a permitirle reclutar hombres entre los prisioneros de las cárceles rusas, que fueron perdonados a cambio de luchar en Ucrania.
Cuando el ejército ruso no logró avanzar en ciertas regiones ucranianas, Wagner emergió como un as militar importante para el Kremlin. El grupo de Prigozhin logró tomar la ciudad de Bajmut, tras largos y sangrientos combates.
Confrontación con el ejército ruso
A más de un año del inicio de la invasión rusa, Prigozhin emprendió una andanada de críticas contra el ministro de Defensa ruso, en la primavera boreal de 2023. Acusó a la cúpula militar de corrupción e incompetencia, culpándola de entorpecer el avance. Incluso acusó a oficiales de traición por no entregar suficiente munición al grupo Wagner.
Sus críticas hicieron surgir dudas sobre cuánto control tenía Putin sobre Prigozhin. Con el tiempo, esta figura impredecible se convirtió cada vez más en un dolor de cabeza para el Kremlin, que quería usar las fuerzas de Wagner en Ucrania, pero no darle mano libre absoluta. A Prigozhin se le prohibió reclutar convictos en febrero de 2023, con lo que perdió una de sus principales fuentes de personal.
A principios de junio de 2023, el viceministro de Defensa, Nikolai Pankov, declaró que las «formaciones de voluntarios» tendrían que firmar contratos con el Ministerio de Defensa ruso hasta fines de mes.
Marcha hacia Moscú
En junio, la pugna con el ejército ruso derivó en un intento de sublevación. Las tropas del grupo Wagner llegaron a la ciudad de Rostov, en el sur de Rusia, donde tomaron el control de edificios de las fuerzas de seguridad. Y anunciaron una «marcha de la justicia hacia Moscú”.
La reacción del Kremlin se produjo a la mañana siguiente. Sin mencionar a Prigozhin por su nombre, Putin habló de «traición”.
La marcha hacia Moscú terminó abruptamente tras la intervención de Alexander Lukashenko, aliado de Putin y presidente de Bielorrusia. A ese país vecino habrían de trasladarse los efectivos de Wagner y su líder, quien afirmó que la intención de la marcha no había sido defenestrar al jefe del Kremlin: «Fuimos a manifestar nuestra protesta y no a derrocar el poder en el país».