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Nacida en 1978 en una pequeña oficina ubicada en el 9 West 57th Street del distrito de Manhattan, Nine West surgió como resultado de la asociación entre Jerome Fisher y Vince Camuto, dos visionarios que marcarían generaciones de mujeres.
El nombre lo dice todo. Nine West nació en el 9 West 57th Street, y desde sus inicios demostró tener una dirección clara, que era democratizar la moda sin sacrificar el diseño. La marca se enfocó desde el principio en ofrecer productos con diseño contemporáneo a precios asequibles, en un mercado dominado por propuestas inalcanzables o poco inspiradoras.
En 1983, apenas cinco años después de su fundación abrió su primera tienda física en Stamford, Connecticut. La respuesta fue inmediata y la mujer urbana de los años 80 encontró en la marca una alternativa moderna, versátil y confiable.
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La expansión fue meteórica. A mediados de los años 90, Nine West ya producía más de 130,000 pares diarios, apoyada por fábricas brasileñas que mantenían los costos bajos y la calidad alta. El calzado llegaba a más de 5,500 tiendas alrededor del mundo, además de las tiendas propias, que se multiplicaban en grandes centros comerciales y avenidas icónicas.
Pero la ambición no se quedó en los pies. La marca comenzó a diversificarse: bolsos, cinturones, gafas, relojes, ropa y hasta perfumes. La empresa quería vestir de pies a cabeza a la mujer contemporánea, y lo estaba logrando. En 1993, salió a bolsa, y en 1999 fue adquirida por el gigante Jones Apparel Group, lo que consolidó aún más su influencia en la industria.
Sin embargo, como ocurre con muchas marcas en la cúspide, el nuevo siglo trajo desafíos que no supieron anticipar. El cambio de hábitos de consumo, el auge del comercio electrónico y el colapso de las tiendas físicas empezaron a golpear fuerte a la empresa. Aunque intentaron reinventarse, la marca entró en una espiral de cierre de tiendas y pérdida de mercado.
En abril de 2018, la matriz de Nine West se declaró en bancarrota. Las tiendas físicas desaparecieron, y con ellas, una era para muchas consumidoras. Pero la historia no terminó allí. Un nuevo capítulo se escribió ese mismo año cuando Authentic Brands Group compró la marca por US$340 millones. El objetivo era claro: rescatar el legado y adaptarlo al nuevo milenio.
Hoy, Nine West opera mayormente de forma digital y bajo licencias en distintos mercados internacionales. Ha dejado atrás las vitrinas iluminadas de centros comerciales, pero no su esencia. Se mantiene como una marca que sigue hablando el idioma de la mujer moderna, aquella que quiere estilo sin arruinar su presupuesto, y que no necesita seguir tendencias porque las anticipa.
La marca es más que zapatos. Es un testimonio del vaivén del mundo de la moda, de cómo las marcas pueden perder el rumbo, reinventarse y encontrar nuevas formas de seguir caminando.
