Arizona — Sólo José Ramírez puede traer la clase de energía propia de una campaña regular a un clubhouse de entrenamientos.
La primavera siempre es relajada. Consciente de que el marcador final de estos juegos no tiene ningún impacto en la puja por la postemporada, los jugadores lucen a menudo calmados, relajados y bien serenos durante esta época del año. En cambio, en el clubhouse de los Guardianes, se podía escuchar un estruendo la mañana del domingo – todo por culpa de Ramírez.
Eran las 7:45 a.m. Normalmente, a esa hora los muchachos van llegando al clubhouse y apenas empiezan a prepararse para la jornada. Pero Ramírez ya estaba listo con su atuendo de práctica y comenzó a gritarle a todo jugador que veía llegar desde su casillero – una clase de energía que todavía no se ha visto esta primavera.
No necesitabas de ver el lineup para saber que el dominicano estaba de regreso en la acción de juego. Ésta es la energía que Ramírez constantemente trae consigo, sin importar si es febrero o agosto.
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Tras un día de descanso el lunes, el toletero volvió con la misma actitud el martes por la mañana antes de la derrota por 12-6 ante los Reales en su segundo partido de la Liga del Cactus en el Goodyear Ballpark. La otra mitad de su equipo cayó 9-8 frente a los Marineros en Peoria.
Francona
“No puede evitarlo”, destacó el piloto de los Guardianes, Terry Francona. “Lo que quiero decir es que, el muchacho es uno de los mejores jugadores del béisbol. Es un gran compañero. Cumple con todos los requisitos posibles”.
El entusiasmo es una constante para Ramírez, aun cuando fue una tarea difícil para él permanecer en la alineación el año pasado – más difícil de lo que cualquiera podría pensar.
Tras finalizar la campaña del 2022, se dio a conocer que la lesión en el dedo pulgar derecho de Ramírez era mucho más severa de lo que indicó el equipo durante el año. Al dominicano se le dio la opción de someterse a una operación en junio, pero el veterano decidió aguantar hasta el invierno.
“Encontramos nuevas formas de seguir adelante, de seguir jugando, incluso cuando eso significó hacer muchas cosas extras, pero afortunadamente pudimos salir adelante”, expresó Ramírez.
La diferencia en su desempeño antes y después de la lesión fue drástica:
Hasta el 17 de junio (60 juegos): Promedio de .305, OPS de 1.039, 62 carreras empujadas, 16 jonrones, 20 dobles, cuatro triples, 20 ponches
Después del 17 de junio (97 juegos): Promedio de .264, OPS de .766, 64 producidas, 13 cuadrangulares, 24 dobles, un triple, 62 ponches.
El cañonero
Algunos de sus coaches recordaron las veces que vieron al quisqueyano doblarse de dolor en la banca después de caminar de regreso de la caja de bateo. Ramírez reconoció que la lesión afectó cada parte de su juego, incluido su poder, defensa y corrido de bases.
“Es bien, bien difícil”, confesó Ramírez. “Simplemente le doy gracias a Dios por haberme dado la posibilidad de jugar, porque es bien frustrante que algunas veces quieras hacer cosas y no puedas. Entonces, tu juego se ve un poco limitado”.
Con Ramírez en el campamento de los Guardianes después de optar por no participar en el Clásico Mundial de Béisbol para concentrarse en su salud, el enfoque ahora se centra en el 2023. Y ya existen varios indicadores de que éste podría ser otro gran año.
Primeramente, Ramírez está sano. El cañonero ambidiestro demostró el año pasado qué tan difícil es desempeñarte sin estar al 100%. En segundo lugar, las formaciones especiales ya no afectarán sus resultados. Hemos visto cómo los equipos de la oposición se van con cuatro jardineros contra él, y muchos batazos que bien podrían haber sido indiscutibles terminan en outs. Ahora, ese dolor de cabeza podría ser mucho más ligero.
“Me gusta jugar con todas mis fortalezas y jalar la bola”, destacó Ramírez. “Pero cuando le das a la bola, no sabes dónde caerá. … Espero y creo que esto va a beneficiarme, pero veremos en qué resulta todo eso”.
Fuente: Las Mayores