sábado, abril 27, 2024
  • Joyeria Javier 728

Los niños de la inteligencia artificial: cómo la tecnología define a la generación Alfa

Willy tiene dos tabletas: una con protector verde y otra con protector azul. Una de las tabletas debe estar siempre en proceso de carga de la batería, porque para él esa pantalla tiene la misma materialidad perenne de la piscinita pelotero que le encanta. Si la tableta con la que juega se queda sin batería, el niño se acerca al adulto que tenga a mano, se la extiende y le pide la otra: “¡Vede!” o “Sul”. La piscinita pelotero está siempre ahí, y la pantalla también, pasando de una tableta a la otra.

Willy nació dos semanas antes de que la pandemia de COVID-19 llegara hasta la ciudad donde vive: en su biografía queda esa marca de contacto temprano con un gran acontecimiento global. Pero antes de entrar a la escuela ya ha vivido otro: en noviembre de 2022 OpenAI presentó públicamente su plataforma de inteligencia artificial (IA) generativa y aceleró la popularización de esta tecnología.

Esos hechos hacen de Willy un niño típico de la generación Alfa, la primera que crecerá no ya como nativa digital sino como integrada a las habilidades de generación de los modelos preentrenados como ChatGPT, Claude, Gemini, Perplexity o Bing AI. La inteligencia artificial será parte de su educación, de su cuidado de la salud, de su socialización.

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Y si Willy, que vive en una economía desarrollada, hubiera nacido en un país pobre, se encontraría en el extremo opuesto de la mayor brecha digital hasta el momento, con consecuencias difíciles de estimar.

ChatGPT es la tecnología que más velozmente se masificó hasta el momento: el teléfono demoró 75 años en llegar a 50 millones de personas y Facebook, menos de cuatro; Twitter tardó más de cinco años en llegar a 100 millones, y el chatbot de OpenAI, dos meses. Si desde la imprenta la tecnología ha moldeado a las generaciones más que algunos eventos históricos, quizá con excepciones como las guerras mundiales, es difícil imaginar que los niños de la inteligencia artificial sean la excepción.

Estos niños, la generación Alfa, según la clasificación del consultor australiano Mark McCrindle, no sabrá qué era un pager, ni la guía amarilla, ni el Blackberry, ni las tarjetas bancarias ni MySpace, pero será la más numerosa hasta el momento. Nacidos entre 2010 y 2025 (los más grandes entran en la adolescencia, los más jóvenes ni siquiera son proyecto hoy), llegarán a casi 2.500 millones de personas.

¿Qué impacto tendrá en los niños la crianza con IA?

“Todas las transformaciones surgidas para mejorar las capacidades y las percepciones humanas, para expandir los sentidos, han tenido un impacto enorme en los seres humanos, y esta tecnología también lo va a tener, con seguridad. Enorme”, subrayó el psiquiatra y psicoanalista Harry Campos Cervera. Y esa enormidad, estima, tendrá dos direcciones muy diferentes.

“Creo que va a tener un impacto muy positivo en la expansión de la inteligencia. Hay gente que piensa que nos va a atrofiar la inteligencia pero, al contrario, creo que así como el microscopio ayudó a que la vista se expanda, y esta expansión permitió que los seres humanos sacáramos conclusiones enormes sobre cosas que antes no podíamos siquiera imaginar —por ejemplo, el microscopio electrónico permitió el desarrollo de la biología molecular— seguramente la IA va a expandir nuestra inteligencia de una manera que todavía no podemos imaginar”.

Campos Cervera habló, como ejemplo reciente, del empleo de IA en medicina, que actualmente asiste a los profesionales de la salud en tareas desde el diagnótico —en el análisis de estudios de imágenes como resonancias magnéticas— hasta la investigación de nuevas drogas.

Pero la otra dirección en que la IA va a afectar a los Alfas, la negativa, es el aislamiento. “Estos chicos van a tener naturalizados estos recursos. Y ese constante intercambio con los dispositivos tecnológicos los aislará de los vínculos humanos, de la relación social”, advirtió el experto. “Estos instrumentos no producen aprendizaje social y, por ende, no habrá aprendizaje emocional. Entonces vamos a tener una corte de alexitímicos”, dijo: la alexitimia consiste en los problemas para identificar y manifestar las emociones. ”Cantidades de seres humanos sin el aprendizaje que permite expresar las emociones”.

Hasta la generación Z había algunas limitaciones que los padres podían imponer: horas para estar en videojuegos, zonas libres de teléfono como la mesa familiar, etcétera. Pero los Alfas muestran “un punto de integración tan intenso con las pantallas” que, en opinión de Campos Cervera, “ese tipo de limitaciones son ortopédicas”. No hay soluciones analógicas para los problemas digitales, concluyó: “Quizás tendríamos que interrogar la inteligencia artificial sobre qué soluciones podemos encontrar”.

La primera generación 100% del siglo XXI

Los Alfas, hijos de los Millennials, son la primera generación completamente del siglo XXI, y alguien tendría que avisarles que Alexa no es una persona.

Nacieron el año en que salió al mercado la iPad, no sabían hablar cuando apareció Siri, estaban en el kinder cuando se conocieron las impresoras 3D y cuando Google sacó sus anteojos inteligentes. El éxito de Fortnite, la masificación del 5G, y las polémicas sobre el reconocimiento facial sucedieron durante su infancia. Sus padres pueden tener trabajos como médicos o vendedores, pero también UX managers o ingenieros de realidad virtual.

Estos chicos interactúan con chatbots, juegan con dispositivos IoT y no conciben otra forma de información que en tiempo real. Sus maestros los descubrieron haciendo los deberes con ChatGPT, y todavía no saben cómo reaccionar: en algunos lugares —la ciudad de Nueva York, por ejemplo— se ha prohibido el uso de IA en la escuela pública, pero son más los profesionales de la educación abogan por la integración de esta tecnología en el aula (física o virtual), como señaló MIT Technology Review.

Las tecnologías de IA generativa ofrecer nuevas posibilidades para “mejorar la enseñanza, el aprendizaje y el compromiso de los estudiantes”, escribió Cecilia Chan, investigadora de la Universidad de Hong Kong. Como ejemplo mencionó los tutores virtuales con IA que proporcionan retroalimentación instantánea y personalizada: “Esta asistencia a demanda puede ayudar a abordar las lagunas de aprendizaje individuales, reforzar la comprensión y apoyar el aprendizaje a ritmo propio, especialmente en entornos de aprendizaje remotos y en línea”.

La presencia integral de la IA en la vida cotidiana de los Alfas desde tan pequeños anticipa una relación profunda con la tecnología, que afecta desde la crianza hasta la interacción social. Laura Macdonald, vicepresidenta de Hotwire, dijo en la IN2Summit de 2019 que “a los ocho años, estos chicos superan a sus padres en tecnología”. También advirtió: “Estos niños no van a ser capaces de recordar simples hechos y cifras”.

Un caso interesante es el de Ryan Kaji, quien comenzó con su canal Ryan’s World, en YouTube a los tres años y, nueve más tarde, en 2023, figuró en la lista Forbes de los creadores de contenido que más ganan: le atribuyen un patrimonio de USD 30 millones, aunque otras estimaciones triplican esa cifra. Su trabajo original era reseñar juguetes.

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