Santo Domingo.- En una entrevista para el programa El Matutino del País, el político Ramfis Domínguez Trujillo, nieto del dictador Rafael Leónidas Trujillo y presidente del Partido Esperanza Democrática (PED), contradijo la historia asegurando que fue el general Antonio Imbert Barrera quien mandó a matar a las Hermanas Mirabal y no su pariente como se ha conocido hasta ahora.
Al referirse a los documentos desclasificados de la CIA en Estados Unidos, dijo tener conocimiento de estos desde antes y de buena fuente, por lo que espera que sigan saliendo a la luz nuevos datos y que hay otros documentos que a petición de su familia serán revelados, incluyendo el asesinato a las Hermanas Mirabal que “siempre se lo han querido endilgar al gobierno de Trujillo como una orden directa de él, que para nada le convenía y él lo sabía”.
“Yo mantengo también es que fue Antonio Imbert Barrera el autor intelectual de ese crimen tan horrendo que eso no desdice lo heroico de esas heroínas que hoy por hoy debemos recordar como tal que se enfrentaron al gobierno por convicción propia, pero que para nada era un paso que iba a producir algún tipo de efecto positivo al régimen ni todo lo contrario”, manifestó Ramfis sobre la muerte de las Hermanas Mirabal.
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Indicó que el asesinato de Patria, Minerva y Maria Teresa Mirabal provocó el colapso del régimen de Trujillo por lo que en sus 30 años de gobierno este sabía del daño que dicha acción le iba a acarrear.
Sobre los asesinos de Trujillo
Domínguez Trujillo afirmó que documentos de la CIA desclasificados tras el asesinato de John F. Kennedy revelan que los ajusticiadores de Trujillo (30 de mayo de 1961) no eran héroes, sino figuras con motivaciones personales.
Lo que dice la historia sobre la muerte de Trujillo
El martes 30 de mayo de 1961, a las 9:45 de la noche, en el kilómetro 9 de la carretera de Santo Domingo a San Cristóbal, el auto en el que viajaba Trujillo fue ametrallado en una emboscada urdida por Modesto Díaz, Salvador Estrella Sadhalá, Antonio de la Maza, Amado García Guerrero, Manuel «Tunti» Cáceres Michel, Juan Tomás Díaz, Roberto Pastoriza, Luis Amiama Tió, Antonio Imbert Barrera, Pedro Livio Cedeño y Huáscar Tejeda.
El vehículo recibió más de 60 impactos de bala de diversos calibres, de los cuales siete impactaron el cuerpo del dictador causándole la muerte. Su chófer, Zacarías de la Cruz, recibió varios impactos, pero no perdió la vida, aunque fue dado por muerto por los ajusticiadores.
Las armas proporcionadas por la CIA habían sido ocultadas por el estadounidense Simon Thomas Stocker «Wimpy», como también se le conocía, propietario del único supermercado del país y residente en la República desde 1942, fue contactado por la CIA bajo el nombre en clave de «Héctor». Stocker rehusó la remuneración de la CIA por sus esfuerzos, aduciendo su convicción moral.
Las armas fueron ocultadas más de dos meses, a riesgo personal y de su familia, dentro de un armario pequeño en su estudio, en su residencia privada, hoy ya demolida y que estuvo ubicada en un solar en el lado sur de la avenida Independencia, próximo a la avenida Máximo Gómez.