Si bien es cierto que hay más gratificación en dar que en recibir, cuando se pierde la noción del peso en la balanza, existe el riesgo de desequilibrarse, y esto es precisamente lo que ha pasado con la mano amiga del Estado dominicano para Haití en materia de salud debido a los partos de haitianas, especialmente ilegales.
Datos oficiales del año 2024, obtenidos a través del Portal Único de Solicitud de Acceso a la Información Pública (SAIP), evidencian el trato humanitario recibido por los nacionales haitianos en materia de salud en República Dominicana.
A modo general, entre servicios de emergencias, hospitalizaciones y cirugías, 580,303 haitianos recibieron asistencia sin ninguna discriminación.
“Nuestros médicos y nuestras enfermeras, y todo nuestro personal, atienden con el mismo amor y pasión a cualquier paciente, no importa la nacionalidad. Lo que reclamamos es que perjudica a nuestras dominicanas que pagan impuestos”, dice Daniel Rivera, senador y exministro de Salud Pública.
Pero, ¿cuánto le cuesta al Estado dominicano el servicio humano que le brinda al vecino país, materializado en los partos de haitianas en los hospitales de este lado de la frontera? Según las estadísticas del SNS, 32,967 haitianas en estado de gestación recibieron atención en suelo dominicano el pasado año 2024.
El mayor número de estas pacientes se distribuye en la región 0, comprendida por el Distrito Nacional, Monte Plata y Santo Domingo, con 9,904 partos de haitianas, agrupando el 30% del total de partos en el país. En la referida región de salud se ubican los dos hospitales que reciben la mayor carga a nivel nacional: La Maternidad de La Altagracia y La Maternidad de los Mina.
“Nosotros tenemos un flujo de haitianos considerable desde el punto de vista de la cantidad de pacientes que recibimos y la morbilidad que recibimos de parte de los nacionales extranjeros. En el último año tuvimos casi un 45% de nacionales haitianos”, indica Jorge Jiménez, director de la Maternidad Nuestra Señora de La Altagracia.
De 7,595 partos registrados el pasado año 2024, el SNS especifica que 4,170 fueron de dominicanas y 3,392 de haitianas. Este grupo representa el 44.7% del total en el Hospital de La Altagracia, y el 10.28% del total de parturientas haitianas a nivel nacional. Y la cantidad no es el único problema, pues estas mujeres llegan desde Haití sin ningún control prenatal, lo que aumenta el riesgo de complicaciones que regularmente consisten en hipertensión, hemorragias e infecciones.
El costo de una parturientas sin complicaciones en este centro es de RD$7,000 a RD$10,000 pesos por procedimiento, mientras que una con otros padecimientos que ameritan el ingreso a unidades de cuidados intensivos (UCI) puede costarle al Estado sobre los 20,000 pesos diarios, solo en este centro.
“Cuando cae una parturienta en situación crítica es una situación difícil, porque la mayoría no tienen familiares, vienen sin dolientes. Entonces, el hospital tiene que hacerse cargo de todo, por ejemplo: el otro año tuvimos casi un 60% de los recursos destinados a la población haitiana, que ronda unos 87 millones. En el otro año solamente nacional haitiana”, sostiene Jiménez.
Al recorrer los pasillos de La Maternidad de La Altagracia, la mayoría de las pacientes extranjeras naturalmente esconden la vista de las cámaras, pero las que emiten algunas palabras, se sienten más que agradecidas por el trato y la atención que se les brinda en el centro, donde, incluso, existe el único banco de leche materna del país a disposición de quienes lo ameriten, lo que hace de este Hospital Materno, un milagro para estas mujeres, sobre todo cuando en Haití no tienen acceso ni siquiera a servicios básicos.
El segundo centro que recibe más cantidad de haitianas en el país es el San Lorenzo de Los Mina, Materno Infantil, que realiza el 9.5% del total de partos a estas nacionales en el país.
En el 2024, con 3,136 parturientas haitianas, registraron una cifra récord del 50.2% del total de partos. Según su director, Armando Camejo, esto equivale a unos 88 millones de pesos, que es más del 50% del presupuesto que maneja el centro, sin mencionar las pacientes que terminan en unidades de cuidados intensivos, generando un costo que oscila entre 50,0000 y 200,000 pesos por día.
El temor a las cámaras se replica en los pasillos de esta maternidad, aunque una mujer que dice llamarse Melania levanta la mirada en el área de post parto, donde tiene cinco días recuperándose mientras está en observación del personal médico.
Hace poco trajo al mundo un varón y no esconde la felicidad del buen trato recibido en este centro. Tampoco oculta su tristeza, porque en Haití no podía parir por la grabe crisis, incrementada por las bandas.
También toma fuerzas para hacer una aclaración interesante: “ Pero si uno no tiene papeles aquí, no puede parir mucho, solo ese y ya (haciendo referencia a su recién nacido a un lado de la cama)”.
El tercer centro con más flujo de mujeres en estado de gestación se ubica en Santiago, región 2. Es el Hospital Regional “Presidente Estrella Ureña”. De 5,287 partos de haitianas que registró en el 2024, se especifica que 2,636 fueron de extranjeras del vecino país, representando un 49,9% del total del centro, y el 7.9% del total de partos de haitianas en el país.
El director nacional materno infantil del Servicio Nacional de Salud (SNS), Martín Ortiz, explica que la misión del SNS es dar atención a todas las personas que llegan a las emergencias de los centros de salud, sin importar su condición social, raza o nacionalidad, pues para su atención se usan los mismos medicamentos, camas y el mismo personal médico. Las estadísticas oficiales de los centros, en cuanto a servicios por nacionalidad, son fiel testigo de esto.
Ciertamente, la desestabilidad política, económica y social de Haití lo ha convertido por décadas en el país menos desarrollado del hemisferio norte y en el más pobre del hemisferio occidental, pero ha ubicado desproporcionadamente a la República Dominicana (un país aún en vías de desarrollo), en la salida más fácil para los que buscan mejor calidad de vida, o simplemente cierta estabilidad que les permita subsistir.
A pesar de los “controles” fronterizos que realiza el Ministerio de Defensa y las deportaciones masivas que lidera la Dirección General de Migración (DGM), República Dominicana sigue cargando con un peso que no le corresponde.
“Nosotros, durante muchos años, estamos compartiendo esta isla y hemos sido muy solidarios con el pueblo haitiano. Somos receptivos, pero lamentablemente las cosas tienen un límite, hay un límite de tolerancia, hay un límite de la capacidad que nosotros podemos tener para darles facilidades”, expresa el vicealmirante Lee Ballester, director de la DGM.
En el año 2024, la Dirección de Migración repatrió, según sus datos oficiales, un total de 276,215 extranjeros, todos haitianos; pero a pesar de estos esfuerzos, la carga de los partos de mujeres haitianas en los hospitales dominicanos se vuelve cada vez más pesada.
En el 2024, de un total de 91,661 partos que se realizaron en la República Dominicana, 32,967 corresponden a mujeres haitianas, es decir que en los últimos cinco años las cifras han tenido un incremento de un 12%, pues hemos pasado de un 23% en el 2019, hasta un 36% en el 2024. En promedio, un incremento del 2.4% anual.
“Un 36% a nivel nacional, pero tenemos hospitales como el Hospital de Verón, donde el 90% de los partos son de nacionales, extranjeros, haitianos. La proporción de nacimiento es de más del 40%”, explica Martin Ortiz, director nacional materno infantil del SNS.
El Hospital General de Veron, en Punta Cana, provincia La Altagracia, registró en septiembre del 2024 un porcentaje de partos de haitianas del 92%, y el porcentaje en promedio total del año 2024 no está muy lejos, pues tan solo desde marzo, que se habilitó el área materna hasta diciembre, se registraron unos 1,198 partos de haitianas de un total de 1,391, lo que representa el 86%. Este porcentaje equivale a más de un millón de pesos dominicanos (RD$ 1,175,000), un gasto aproximado del 29.3% del total del presupuesto que maneja este centro que es de unos cuatro millones de pesos, un monto que, según la directora del centro, Yvette Dib, pudiera ser aprovechado en dominicanas.
“Puedo utilizarlo comprando alimentos, puedo comprarlo mejorando el aspecto del hospital, puedo mejorar también o aumentar la cantidad de servicios. Es un presupuesto que ya yo lo utilicé en las parturientas y ya no puedo utilizarlo en otra cosa”, señala Dib.
Visitar este hospital y palpar los registros de partos de haitianas y nacimientos es alucinante, línea tras línea se lee la nacionalidad haitiana, y en una que otra página, aparece apenas una dominicana. Adicional a esto, no se tienen datos de identificación oficial de estas mujeres, por lo que todo es presumible, incluso sus nombres, lo que evidencia que la gran mayoría tiene estatus irregular.
Este centro es un ejemplo de la magnitud del problema que nos explica el ex ministro de Salud, Daniel Rivera, sobre el riesgo de que el sistema sanitario dominicano pueda colapsar si la tendencia de las estadísticas del gasto del Estado en haitianos irregulares, y en este caso especial en las parturientas, continúan en aumento, como ha pasado en los últimos años, según las estadísticas presentadas.
El gasto en partos de haitianas es altísimo
Es difícil determinar un número con exactitud sobre el gasto en partos de haitianas, aunque Rivera, durante su gestión, promedió las cifras como referencia al presupuesto nacional de salud, resultando en un 10% del monto, solo en parturientas haitianas.
Es decir que, si el presupuesto del año 2024 fue de 146,276 millones 983,678, pesos, el monto aproximado solo en partos de haitianas fue de 14,627 millones 698,367 pesos dominicanos, solo en el pasado año.
“Esto va rumbo a un 17%, porque tú tienes que agregarme: parturientas, cirugía, consulta, laboratorio, analítica y cáncer, VIH. O sea, no es solamente el tema del gasto en salud en parturientas, es el más sensible, el que más se comenta. Pero nuestros hospitales públicos tienen accidentes de tránsito, riña…”. expone Rivera.
De hecho, solo en el 2024, de 469,784 cirugías registradas por el SNS, 39,031 fueron realizadas a nacionales haitianos para un 8.31% del total. Además, se registraron 5,071,183 servicios de emergencias, 480,332 fueron para haitianos, representando un 9.47%, y de las hospitalizaciones, que fueron 469,071, un 13.49% corresponde a nuestros vecinos.
Esto vislumbra el gran reto de que los recursos para la atención de la población vulnerable dominicana, se queden en atención a extranjeros con estatus irregular, sin ningún retorno.
Es un acto de humanidad que nos afecta cada vez más. Y si bien los hospitales en Haití están desolados, sin insumos, sin condiciones y sin personal, recibir a los haitianos en los centros dominicanos, sin importar su estatus migratorio, es una muestra de humanidad de este lado de la isla, pero también es una muestra de indiferencia de sus propias autoridades.
“¿Esa humanidad, ese corazón no debe ser de los dirigentes haitianos? buscar las mejores condiciones a su población no debe ser una preocupación de nosotros, debe ser una preocupación de los gobiernos haitianos y de los que ayudan a Haití”, agrega el también actual senador por Santiago.
Para tranquilidad de muchos, no son dominicanos estos recién nacidos, ni tienen documentos dominicanos, pues al nacer se les entrega un certificado de “nacido vivo extranjero”, que es, incluso, de un color diferente al de los nacidos vivos dominicanos.
Pero, lo que a las autoridades sanitarias les preocupa es que, cada vez más, estás nacionales haitianas se llevan más presupuesto en atención y que se arriesga la capacidad de ofrecer los servicios de los centros, afectando a las propias parturientas dominicanas.
“No tuve un hijo en Haití. Tuve al niño aquí. No sé realmente cómo los tratan en el hospital, pero para mí, para mí, no reciben un buen trato, porque nuestro gobierno… No hay gobierno en Haití. No hay gobernante como tal, nunca habrá buen trato en nuestros hospitales”, cuenta una haitiana con cinco meses de dar a luz en el Centro de Vacunación Hospital Verón Punta Cana.
De manera tal, tenemos tres caminos: custodiar en términos reales y no discursivos la totalidad de la frontera dominicana con Haití, apostar a la ayuda internacional (que se ha hecho de oídos sordos) o rezar para que se dé el milagro del restablecimiento de un Estado de Derecho en el país más pobre del hemisferio, el mismo que pareciera, tras cruzar la frontera, caminar a cuestas de un país ubicado en el mismo trayecto del sol, y que está pagando un alto precio, al sacrificar la salud de su gente por la de extranjeros.
