sábado, junio 22, 2024

El fantasma de la segunda vuelta

La contienda por la segunda vuelta electoral se erige como el epicentro de las conversaciones en torno a los comicios del 19 de mayo de este año. La razón es clara y contundente: tres poderosas fuerzas políticas se alzan en la arena, con dos de ellas tejiendo una alianza estratégica que busca desafiar al oficialismo en un segundo round.


Aquella oposición resultó ganadora en 1996 cuando se enfrentó a José Francisco Peña Gómez, y es precisamente esa oposición la que hoy clama la repetición de ese fenómeno histórico y político que llevó al triunfo por primera vez a Leonel Fernández y al Partido de la Liberación Dominicana (PLD).

Aquél fantasma de 1996 es invocado nuevamente por la oposición, como si fuera ella el refugio electoral ante la tormenta del oficialismo que se cierne sobre la mayoría de las plazas congresuales y que amenaza con reelegir al presidente Luis Abinader.
No obstante, algunos politólogos han iluminado el debate dando su opinión al respecto.

Tras las elecciones municipales, Rosario Espinal dio su parecer: “La realidad es que no hubo segunda vuelta en el 2020, y para mayo 2024, la proyección es que difícilmente la habrá’”.

Indicó que la relevancia de este tema no se limita únicamente a la construcción de escenarios políticos, sino que la fantasía puede conducir a estrategias electorales equivocadas.

“Reunificar en estos momentos el peledeísmo es prácticamente imposible, pero de haber asumido la FP y el PLD que la política electoral dominicana no es proclive a la segunda vuelta, tal vez hubieran escogido mejores estrategias”, sostuvo.
De su parte, el politólogo Belarminio Ramírez también expuso sus ideas.

“Que se realice o no la segunda vuelta depende de la conducta del colectivo electoral. Si en la primera ronda electoral ninguna de las ofertas recibe el 50 + 1, entonces la Constitución manda a la segunda vuelta”, indicó.

Para los opositores, las elecciones del domingo 19 de mayo, en las que se volverá a sufragar en boletas separadas para elegir a los miembros del Congreso y al presidente y vicepresidente de la República, podrían repetir la experiencia del 1996.
En cambio, una postura totalmente contraria mueve a los perremeístas, quienes desde ya proclaman que barrerán con el 70% de los votos.

La única segunda vuelta

La figura de la “segunda vuelta”, o segunda ronda de votación, fue el resultado de un forzoso gran acuerdo político que evitó tras las elecciones del 1994, una crisis institucional que hubiera podido arrastrar al país al caos y a la confrontación civil.
Las elecciones de ese año ganadas por el entonces presidente de la República y líder del Partido Reformista, Joaquín Balaguer, fueron denunciadas como fraudulentas, por el entonces principal partido de oposición, el PRD, que tenía a su líder, Peña Gómez, como candidato.

Como resultado del acuerdo que siguió, se acortó el nuevo mandato de Balaguer, quien había gobernado 22 años, con una pausa de ocho entre 1978 y 1986.

El acuerdo también estableció elecciones adelantadas que se celebraron el 16 de mayo de 1996. Asimismo, se prohibió la reelección consecutiva, lo que implicaba que un presidente en ejercicio debía esperar un mandato intermedio antes de poder optar nuevamente por la Presidencia de la República.

También modificó la composición de la Junta Central Electoral (JCE) y estableció como necesario para ganar las presidenciales la obtención de una mayoría de más del 50% de los votos emitidos. En el caso de que esa mayoría no

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