El Himno Nacional de la República Dominicana es una composición musical patriótica que representa a la nación y, junto con la bandera y el escudo, forma parte de los símbolos patrios. Su letra fue escrita por Emilio Prud’Homme, mientras que la música fue compuesta por el maestro José Reyes en 1883. Reyes solicitó a Prud’Homme que escribiera versos patrióticos que acompañaran su melodía.
La primera interpretación del himno tuvo lugar el 17 de agosto de 1883, en los salones de la Respetable Logia Esperanza No. 9, en la ciudad de Santo Domingo. Posteriormente, la segunda ciudad en escuchar sus notas fue Azua.
La música tuvo un impacto inmediato. Tanto así, que cuando los restos del Padre de la Patria, Juan Pablo Duarte, fueron trasladados desde Venezuela en 1884, se escogió la composición de Reyes para acompañar la ceremonia.
Sin embargo, la letra original de Prud’Homme no fue aceptada de inmediato, ya que contenía errores históricos y problemas de métrica. Esto generó críticas de diversos intelectuales de la época, quienes incluso propusieron nuevas versiones. En 1897, Prud’Homme presentó públicamente una versión corregida, la cual fue bien recibida y finalmente aceptada. Ese mismo año, el presidente Ulises Heureaux propuso un proyecto de ley al Congreso para oficializar el himno, y aunque comenzó a utilizarse en eventos oficiales, su promulgación quedó pendiente tras el asesinato de Heureaux en 1899.
Durante las primeras décadas del siglo XX, la inestabilidad política impidió que se formalizara una decisión sobre los símbolos nacionales. No fue hasta 1934, bajo el gobierno de Rafael Leónidas Trujillo, que el Congreso finalmente adoptó la versión definitiva del Himno Nacional, con la letra de Emilio Prud’Homme y la música de José Reyes.
Datos Generales
- Fecha de adopción: 30 de mayo de 1934
- Letra: Emilio Prud’Homme
- Música: José Reyes
Letra Oficial del Himno Nacional
Quisqueyanos valientes, alcemos
Nuestro canto con viva emoción,
Y del mundo a la faz ostentemos
Nuestro invicto, glorioso pendón.
¡Salve! el pueblo que, intrépido y fuerte,
A la guerra a morir se lanzó,
Cuando en bélico reto de muerte
Sus cadenas de esclavo rompió.
Ningún pueblo ser libre merece
Si es esclavo, indolente y servil;
Si en su pecho la llama no crece
Que templó el heroísmo viril.
Mas Quisqueya, la indómita y brava,
Siempre altiva la frente alzará;
Que si fuere mil veces esclava,
Otras tantas ser libre sabrá.
Que si dolo y ardid la expusieron
De un intruso señor al desdén,
¡Las Carreras! ¡Beller!, campos fueron
Que cubiertos de gloria se ven.
Que en la cima de heroico baluarte
De los libres el verbo encarnó,
Donde el genio de Sánchez y Duarte
A ser libre o morir enseñó.
Y si pudo inconsulto caudillo
De esas glorias el brillo empañar,
De la guerra se vio en Capotillo
La bandera de fuego ondear.
Y el incendio que atónito deja
De Castilla al soberbio león,
De las playas gloriosas le aleja
Donde flota el cruzado pendón.
Compatriotas, mostremos erguida
Nuestra frente, orgullosos de hoy más;
Que Quisqueya será destruida,
Pero sierva de nuevo, ¡jamás!
Que es santuario de amor cada pecho
Donde la patria se siente vivir;
Y es su escudo invencible: el derecho;
Y es su lema: ser libre o morir.
¡Libertad! que aún se yergue serena
La Victoria en su carro triunfal,
Y el clarín de la guerra aún resuena
Pregonando su gloria inmortal.
¡Libertad! Que los ecos se agiten
Mientras llenos de noble ansiedad
Nuestros campos de gloria repiten
¡Libertad! ¡Libertad! ¡Libertad!