El consumo de alimentos ultra procesados afecta al cuerpo, aseveran los expertos, pero existe cada vez más evidencia de cuánto impacta en el cerebro.
Una nueva investigación sugiere vínculos entre los alimentos ultra procesados (como las papas fritas, algunos cereales y la mayoría de los snacks envasados en el supermercado) y cambios en la forma en que se aprende, recuerda y siente. Estos alimentos pueden actuar como sustancias adictivas, dicen los investigadores, y algunos científicos están proponiendo una nueva condición de salud mental llamada “trastorno por uso de alimentos ultra procesados”. Las dietas llenas de estos alimentos pueden aumentar el riesgo de problemas de salud mental, como depresión y ansiedad, y de sueño.
Emilia Caro, bióloga molecular, directora ejecutiva de GEDYT, manifestó en una nota reciente que la relación entre la dieta y la salud mental es mucho más profunda y compleja de lo que se suele imaginar.
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“No es solo una cuestión de saciar el hambre o satisfacer un antojo; la comida que consumimos desempeña un papel central en el funcionamiento del cerebro, afectando directamente el estado de ánimo, la capacidad para manejar el estrés y, en general, nuestra salud mental”, dijo.
Más allá de los posibles déficits, una dieta rica en alimentos ultraprocesados se ha relacionado con la obesidad, la diabetes tipo 2, el cáncer y las enfermedades cardiovasculares, pero los investigadores aún están averiguando exactamente por qué, más allá del recuento de calorías y la composición de nutrientes.
Los fabricantes de alimentos como carnes procesadas y muffins defienden sus productos y señalan que no existe una definición consistente y universalmente aceptada de alimentos ultraprocesados.
La combinación de altos niveles de grasas y carbohidratos en muchos alimentos ultraprocesados es otra razón por la que se los desea y cuesta dejar de comerlos.
Según los estudios de Gearhardt, el chocolate, el helado, las papas fritas, la pizza se encuentran entre los principales alimentos que la gente afirma comer de forma adictiva. Muchos de ellos tienen un alto contenido de carbohidratos refinados y grasas, una combinación que normalmente no se encuentra en la naturaleza. Los alimentos en la naturaleza suelen tener un alto contenido de grasas o carbohidratos, pero no ambos. “Las bananas tienen un alto contenido de azúcar por naturaleza, pero si comes una, estarás bien”, dijo.
En un estudio reciente publicado en la revista Cell Metabolism, los investigadores prepararon a los participantes con dos tipos diferentes de refrigerios y observaron cómo sus cerebros respondían más tarde a una señal de un alimento alto en grasas y azúcar, como lo son muchos alimentos ultraprocesados.
Los escáneres de sus cerebros mostraron que los participantes que comieron un refrigerio rico en grasas y azúcar durante ocho semanas tenían una actividad mucho mayor en partes del cerebro que crean dopamina, un neurotransmisor involucrado en la motivación, el aprendizaje, la expectativa y la recompensa, cuando veían una señal que les decía que esperaran otro alimento con alto contenido de azúcar y grasa.
Los investigadores creen que las personas que comen con frecuencia alimentos ricos en grasas y azúcares y luego ven señales de ellos en el mundo real probablemente tengan una respuesta similar.
“Cuando ven el cartel de su lugar de comida rápida favorito o el empaque de ella, tienen más actividad cerebral y potencialmente sienten más antojos que podrían hacerlos más propensos a consumir ese alimento”, dijo Alexandra DiFeliceantonio, directora asociada del Centro de Investigación de Comportamientos de Salud de Virginia Tech, quien fue coautora del estudio.
Los científicos se sorprendieron al descubrir que las personas que habían estado comiendo snacks ricos en grasas y azúcares también experimentaron cambios en la forma en que sus cerebros aprendían.