Más de 1.300 eventos sísmicos fueron registrados en Marte desde noviembre de 2018 hasta este octubre por la sonda InSight de la NASA. En su mayoría fueron atribuidos a los movimientos tectónicos propios del planeta rojo, y solo algunos se produjeron a causa de los impactos de pequeños meteoritos.
Dos de esos impactos, ocurridos de forma consecutiva el 24 de diciembre pasado, permitieron por primera vez a los científicos detectar ondas sísmicas superficiales en un cuerpo celeste distinto a la Tierra.
Los resultados de esta observación hicieron posible el primer intento de mapear a profundidad la corteza y el manto superior marcianos, y representan un gran avance en el estudio de los planetas.
Este 27 de octubre, tres artículos publicados en la revista Sciense recogieron distintos aspectos de ese análisis sismológico y geológico.
Las ondas superficiales permiten desentrañar la estructura de la corteza marciana, que tiene ciertas cantidades de roca volcánica y sedimentaria, junto con hielo subterráneo, cuya presencia se manifestó esta vez en las visibles plumas blancas sobre el regolito eyectado de un cráter de impacto nuevo y amontonado alrededor.
El propio descubrimiento de ese cráter por los científicos que trabajan en la empresa Malin Space Science Systems, en un lugar conocido y debidamente fotografiado con anterioridad de la llanura llamada Amazonis Planitia, es un logro inusual.
Antes de la fecha en que lo vieron, el 11 de febrero de 2022, solo podía considerarse una hipótesis el origen externo y meteórico del insólito temblor registrado en Marte un mes y medio atrás.
El cráter tiene 150 metros de diámetro y 21 metros de profundidad. Parte del material eyectado fue arrojado a 37 kilómetros de distancia. «No hay precedentes de un impacto de esa magnitud», destacó Ingrid Daubar, de la Universidad de Brown, quien dirige un grupo de trabajo que procesa los datos de InSight.
Las características del impacto «son importantes en sí mismas porque proporcionan una huella sísmica de un evento de impacto que es diferente de los martemotos observados hasta ahora», valoró uno de los equipos investigadores.
Las ondas que generó el impacto duraron entre 8 y 15 segundos, tiempo que permitió a los científicos cartografiar hasta unos 30 kilómetros de profundidad. La velocidad de propagación de esas ondas no fue uniforme y esto puso al descubierto que la corteza marciana no es homogénea.
Además, el barrido de las ondas que surgen del interior del planeta y de las zonas superficiales permitió cruzar ambos conjuntos de datos y representar en tres dimensiones el interior del planeta.