sábado, abril 27, 2024
  • Joyeria Javier 728

Escándalo financiero sacude al partido gobernante de Japón

TOKYO. Cuatro ministros ya han tenido que abandonar el gabinete, y la purga continúa.  Ayer el jefe del Gobierno pidió a dos barones (dirigentes) del Partido Liberal Democrático (PLD) que se marcharan. También pertenecen a la principal facción del PLD, la Seiwa Seisaku Kenkyukai. Se dice que esta facción, muy conservadora, siempre ha dictado sus decisiones al equipo gobernante. Hasta su asesinato el año pasado, el ex primer ministro Shinzo Abe lideraba este grupo.

En la actualidad, esta facción del PLD se encuentra en el centro de un escándalo de fondos secretos. Un escándalo de fraude financiero que habría permitido a decenas de miembros del partido gobernante llenarse los bolsillos ilegalmente, gracias al sobreprecio de las entradas para las veladas de recaudación de fondos. El dinero se lo embolsaban después los miembros del partido sin declararlo. Un sistema sencillo y jugoso: en cinco años, unos 500 millones de yenes, el equivalente a 3.2 millones de euros, acabaron en los bolsillos de los barones del partido conservador.

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¿Podría caer Fumio Kishida?

Los fiscales están investigando a cinco de las seis facciones del PLD, pero están especialmente interesados en la notoria facción «Seiwa». Para que conste, Seiwa significa que la política honesta traerá la calma al pueblo. En este caso, las cosas son todo menos tranquilas: esta semana, los investigadores allanaron la sede de la facción, de 99 miembros.

Un viento de pánico sopla en el partido que ha dominado la política japonesa durante casi siete décadas. El Japan Times ya se pregunta si la poderosa facción corre peligro de derrumbarse bajo el peso del escándalo, sobre todo desde que el viceministro de Defensa dimisionario declaró que se le había ordenado «guardar silencio» sobre las prácticas de su bando.

¿Corre peligro de caer el primer ministro?

En teoría, Fumio Kishida puede permanecer en el poder hasta 2025, pero la prensa local ya especula con que esta crisis podría ser el último clavo en el ataúd del Gobierno. La popularidad del primer ministro sigue erosionándose. Podría verse obligado a convocar elecciones anticipadas el próximo otoño. Mucho dependerá de la limpieza del partido y de su capacidad para reformar su familia política.

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