Al considerar estos modelos de organización en una sociedad, es propio y notorio en los pertenecientes al modelo de la monarquía que las posiciones o liderazgos que ocupan no surgen de la meritocracia, sino al hecho de pertenecer a una dinastía, salvo a pírricas excepciones. Citamos estos dos modelos con relación a lo que se evidencia en el plano político de República Dominicana, donde evidenciamos que algunos de los principales actores políticos son derivados de las familias que en su momento uno de sus miembros ha ocupado la presidencia de la República, lo cual representa ocupar la posición más alta que un dominicano o dominicana pudiera ostentar. Citamos esto, porque, al comparar ambos modelos, llegamos a la conclusión de que el modelo de la democracia sería el más justo, eficaz y efectivo para el devenir de un Estado, país o región, ya que el mismo invita a que, dentro de la pluralidad de la sociedad, aquellos que no son pertenecientes a estas familias que en su momento probaron las mieles del poder, basado en sus adeptos o capacidades, puedan ser considerados para ocupar posiciones en los diferentes estamentos del Estado. Profundizando en ello, es una amenaza para el modelo de la democracia que las posiciones políticas, gubernamentales o electivas, no se produzcan por el propio ejercicio de la propia democracia, sino a través de lo que denominamos “dedocracia” o por el propio ejercicio monárquico que procura concentrar o consolidar los poderes del Estado, en un pequeño grupo de familias, lo cual estanca la participación de nuevos activos políticos en la dirección de un relevo permanente de los liderazgos socialmente equitativos, en la cual se garantice las mismas oportunidades para todos. La República Dominicana hoy en día vive un momento importante en relación al plano político, ya que algunos de los liderazgos que en el pasado eran las figuras de mayor ímpetu en el accionar político, ya han pasado o están próximos a pasar a segundo plano, sin dejar de tener influencia en las figuras de primer orden, sobre todo, a juzgar por el hecho de lo que aparenta ser una pretensión de perpetuidad en el poder a través de sus vástagos. Destacando que, aplicando justicia al respecto, actúan en su pleno derecho, pero teniendo sentido histórico nos han demostrado que el concentrar los ponderes del Estado en los representantes políticos de las familias más poderosas del país, ha sido parte fundamental de lo que nos ha mantenido en un letargo en dirección a lograr un país más justo y de mayor y mejores oportunidades para todos, como bien encierra el propio modelo de la democracia.