Santo Domingo.– Tras la tragedia ocurrida en la discoteca Jet Set, los negocios que rodean este emblemático centro de entretenimiento comienzan, poco a poco, a retomar su rutina diaria. Aunque la zona ha recuperado cierto nivel de calma, el impacto emocional de lo vivido aún se percibe en cada conversación, en cada esquina, y en cada recuerdo compartido por quienes llevan años trabajando y viviendo en los alrededores.
“Yo tengo 43 años y desde que tengo uso de razón veía ese lugar ahí. Nunca pensé que pasaría algo así. Me engranojo solo de pensarlo”, expresó César Jesús, un residente que ha sido testigo cercano de la actividad social en la zona. Recordó con nostalgia conciertos a los que asistió, como los de Anthony Santos y Rubby Pérez, y lamentó profundamente la pérdida de vidas humanas. “Eso era una marca aquí, un símbolo. Hoy, verla cerrada y en ruinas duele en el alma”.
Para Christopher Trinidad, otro residente y trabajador del área, la vida debe continuar, aunque el recuerdo permanezca. “Es difícil pensar que ahí pueda volver a construirse una discoteca. Quizás un parque o un jardín, algo que mantenga viva la memoria de los que fallecieron y de los heridos también, que muchas veces no se mencionan”. Trinidad resaltó que el dolor de la tragedia ha sido compartido por toda la comunidad y que solo el tiempo podrá sanar ciertas heridas.
José Castillo, también vecino del lugar, cree que, más allá de levantar una nueva edificación, se debería honrar el sitio con un espacio conmemorativo. “Un museo, algo que nos recuerde lo que pasó y nos sirva de lección. Porque esto no se olvida. Solo nos queda seguir adelante, pero con respeto por lo que ahí ocurrió”.
Mientras tanto, los negocios comienzan a abrir nuevamente, intentando adaptarse a una nueva normalidad marcada por la ausencia, el recuerdo y la necesidad de sanar colectivamente.