Redacción.- Un 14 de abril, pero de 1912, ocurrió uno de los desastres marítimos más recordados de la historia: el hundimiento del RMS Titanic. La tragedia tuvo lugar en aguas del Atlántico Norte, frente a las costas de Terranova, luego de que el majestuoso transatlántico chocara contra un iceberg.
El Titanic, considerado en su época el mayor y más lujoso barco de pasajeros del mundo, había partido en su viaje inaugural desde Southampton, Inglaterra, con destino a Nueva York, Estados Unidos. La nave era un símbolo de innovación tecnológica y de prestigio social, promocionada como “insumergible” debido a sus avanzados sistemas de seguridad.
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Sin embargo, poco antes de la medianoche del 14 de abril, el Titanic impactó con un iceberg, abriendo una serie de brechas en su casco que provocaron su hundimiento en las primeras horas del 15 de abril. De las más de 2,200 personas a bordo, al menos 1,513 perdieron la vida en las gélidas aguas del océano, convirtiendo el accidente en una de las mayores tragedias marítimas en tiempos de paz.
Entre los fallecidos se encontraban pasajeros de todas las clases sociales, desde algunos de los hombres y mujeres más ricos del mundo hasta humildes inmigrantes que buscaban una nueva vida en América. La falta de suficientes botes salvavidas, los errores de comunicación y la lentitud en las maniobras de rescate agravaron las consecuencias del naufragio.
El desastre del Titanic impulsó reformas internacionales en materia de seguridad marítima, incluyendo la creación del Convenio Internacional para la Seguridad de la Vida Humana en el Mar (SOLAS), que hasta hoy regula las condiciones de navegación y salvamento en el mar.
A 113 años de la tragedia, el hundimiento del Titanic sigue capturando la imaginación colectiva a través de libros, películas, documentales y estudios históricos, recordando las lecciones de soberbia, esperanza y vulnerabilidad humana frente a la naturaleza.