Fue reconocida como enfermedad por la Organización Mundial de la Salud en el 1992.
Cada 12 de mayo, millones de personas en todo el mundo se unen para conmemorar el Día Mundial de la Fibromialgia y el Síndrome de la Fatiga Crónica, una fecha dedicada a dar visibilidad a una enfermedad a menudo incomprendida, que afecta profundamente la calidad de vida de quienes la padecen.
La fibromialgia es una enfermedad crónica caracterizada por dolor musculoesquelético generalizado, acompañado de fatiga persistente, trastornos del sueño, dolores de cabeza, problemas de memoria, concentración, y en muchos casos, ansiedad o depresión. Aunque sus síntomas pueden variar en intensidad, lo que comparten quienes la padecen es una experiencia constante de malestar que interfiere con las actividades cotidianas.
No hay un tratamiento curativo para esta enfermedad. El tratamiento es integral, que va indicado a mejorar el estado físico del paciente, que sufra menos cansancio y evitar el dolor.
Se estima que en la actualidad afecta un 2% a un 7 % de la población mundial, siendo más común entre mujeres. Su causa aún es desconocida, y no existe una cura definitiva, lo que hace de su diagnóstico y tratamiento un desafío para la medicina moderna.
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Un día para recordar: El 12 de mayo fue elegido en honor al nacimiento de Florence Nightingale, la enfermera británica considerada fundadora de la enfermería moderna, quien sufrió una enfermedad crónica con síntomas similares a la fibromialgia durante gran parte de su vida.
Este día es utilizado por asociaciones de pacientes, profesionales de la salud y activistas para organizar actividades de concientización, campañas informativas, charlas médicas y actos simbólicos en plazas, hospitales y centros comunitarios. Muchos edificios se iluminan de color violeta, el color que representa la lucha contra la fibromialgia y otras enfermedades invisibles.
Uno de los mayores desafíos que enfrentan quienes viven con fibromialgia es la invisibilidad de la enfermedad. Al no presentar signos externos visibles y no contar con pruebas diagnósticas específicas, muchas veces los pacientes enfrentan escepticismo, tanto en su entorno laboral como personal, e incluso por parte de algunos profesionales de la salud.
Esto genera una carga emocional añadida a una condición ya de por sí debilitante. Las personas con fibromialgia deben luchar diariamente no solo contra el dolor, sino también contra el estigma, la incomprensión y el aislamiento.
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Aunque aún queda mucho por descubrir, los avances en neurociencia y medicina del dolor están ayudando a entender mejor la fibromialgia y su impacto en el sistema nervioso central. Se espera que con más investigación se logren tratamientos más eficaces y personalizados.
Pero además de los avances médicos, es necesario un cambio social. Entender que el dolor no necesita pruebas visibles para ser válido es fundamental. La empatía, la escucha activa y el apoyo son pilares esenciales en la lucha contra esta enfermedad silenciosa.