En el verano, y más aún en las vacaciones, las rutinas parecen quedar en el “olvido”. Sin embargo, dentro de este esquema diario que se arman en los hogares, existen algunos aspectos que no pueden tener “días libres” por su importancia para la salud. El desayuno es la primera comida del día y una de las más importantes porque pone fin al ayuno nocturno y le brinda a las personas los nutrientes necesarios para comenzar sus actividades.
Es esencial que estas rutinas que se ven alteradas por actividades programadas; como viajes, salidas y paseos, y que se imponen con otros ritmos, más descontracturados, sin horario escolar y laboral, no impacten en la alimentación. Más aún cuando se trata del desayuno, un hábito fundamental tanto en chicos como en adultos.
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Dormir un poco más o salir más temprano para aprovechar el día puede generar que las personas salteen el desayuno, optando por comidas ligeras, poco variadas e incompletas, las cuales no cubren adecuadamente las necesidades nutricionales y energéticas de niños y adultos.
La recomendación es preparar desayunos dedicados y conscientes. Se considera que un desayuno completo debe contener lácteos, como leche, yogur o queso que nos aportan proteínas y calcio principalmente para cumplir con la recomendación de las Guías Alimentarias para la Población de consumir 3 porciones de lácteos al día, frutas, y algún cereal integral.
