lunes, abril 29, 2024
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Lula empieza a limpiar de militares el Gobierno

En primeros días de Gobierno Lula a ha prescindido de los servicios de unos 140 militares vinculados con la seguridad

Sao Paulo.- El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, ha empezado a limpiar de militares el Gobierno, en un momento de desconfianza con algunos sectores de las Fuerzas Armadas tras la intentona golpista de bolsonaristas radicales del 8 de enero.

En sus primeros veinte días de mandato, el dirigente progresista ha prescindido de los servicios de unos 140 militares que trabajaban en órganos vinculados con la seguridad y la administración de la Presidencia.

La salida de esos militares se venía produciendo desde la investidura de Lula, pero se ha acelerado a partir del asalto a las sedes de la Presidencia, el Congreso y la Corte Suprema por parte de miles de seguidores del exgobernante ultraderechista Jair Bolsonaro.

Desmilitarizar el Gobierno

El martes, el Gobierno de Lula dispensó a 40 militares que trabajaban en la administración del Palacio de la Alvorada, la residencia oficial de la Presidencia.

Entre el miércoles y el jueves, le tocó el turno a una veintena que ejercían diversos cargos en el Gabinete de Seguridad Institucional (GSI), responsable por la protección de la vida del presidente.

Este cambio de paradigma en relación al peso de las FF.AA. en el Gobierno, que con Bolsonaro, un capitán retirado del Ejército, adquirieron un espacio de poder no visto desde los tiempos de la dictadura (1964-1985), entra dentro de los planes de Lula para desmilitarizar la administración pública.

Según datos oficiales, el número de militares, activos o de la reserva, ocupando cargos civiles saltó desde 2.765 en 2018, un año antes de que Bolsonaro llegara al poder, hasta los 6.157 en 2020, de los cuales cerca de la mitad son cargos «comisionados» que el nuevo Gobierno puede sustituir en el corto plazo.

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Despolitizar los cuarteles es el otro gran desafío, el cual ha adquirido un sentido de urgencia desde el violento ataque a las instituciones del 8 de enero que buscaba derrocar a Lula y devolver al poder a Bolsonaro.

Las Fuerzas Armadas, como institución, se mantuvieron fieles a la Constitución y a Lula, en su condición de comandante supremo, aunque el Gobierno sospecha de la participación de algunos pocos militares en los actos golpistas, a los que pretende castigar «sin importar la patente».

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